El Distrito Federal es sede de importantes festividades a nivel nacional, que van desde la secular celebración del Día de la Independencia en el Zócalo hasta festividades de orden religiosa, como la Representación de la Pasión de Jesús en Iztapalapa,[53] el Día de Muertos en Míxquic[54] o las peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe.[55]
Todos estos sucesos atraen a cientos de miles de personas procedentes de todo el país y del extranjero a la capital. Algunas demarcaciones tienen calendarios saturados de festividades populares, como Milpa Alta[56] cuyo número alcanza la cifra de setecientas fiestas anuales. Al lado de las tradiciones nativas del Distrito Federal, la inmigración ha contribuido a la integración en la cultura capitalina de eventos como la Guelaguetza, impulsada por los migrantes oaxaqueños, o bien la celebración del Año Nuevo Chino. A finales del siglo XX y principios del XXI, la globalización ha permitido la proliferación en la capital de expresiones extranjeras que se han mezclado con las preexistentes. Así, por ejemplo, es posible observar la iconografía del Halloween en los altares de muertos;[57] grafitis introducidos por los migrantes que volvieron, y que forman parte del paisaje urbano del Distrito Federal, o bien las incontables reelaboraciones del rock que realizan grupos capitalinos, comerciales y subterráneos.
Aunque el Distrito Federal no destaca por su producción de artes populares, es posible encontrar, en sus calles, mercados y en otros sitios creados especialmente para el comercio de artesanía, una gran variedad de productos venidos de diversas partes del país, a los que se han sumado otros provenientes de Asia y de países como Guatemala y Ecuador. De la producción local, hay que señalar la producción textil de San Miguel Topilejo (Tlalpan).[58]
La Ciudad de México cuenta con una gran tradición oral, que va desde los muy antiguos mitos como La Llorona, que supuestamente estaría relacionado con la Cihuacóatl mexica, hasta la leyenda, muy difundida en los hospitales capitalinos, de La Planchada, que versa sobre una enfermera espectral que sana milagrosamente a los muertos desahuciados a los que cuida.
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